
Las flores siempre estuvieron relacionadas con nosotros, las hemos usado para dar un toque de color en nuestras casas, como ofrendas y para trasmitir nuestros más profundos sentimientos, de alegría, de amor, de pena.
En otras culturas y en tiempos remotos, percibieron que las flores formaban parte de un lenguaje del alma y que había una energía sutil que provenía de ellas, más allá de su color o aroma. Y se utilizaba por ejemplo en baños de inmersión que producían gran bienestar.
Pero la terapia con Esencias Florales, como se conoce en la actualidad, ha ido evolucionando a partir del trabajo realizado en 1930 por el Dr. Edward Bach. Desde entonces y a partir de los años 1970 en adelante se han creado nuevos sistemas florales que son llamados de Nueva Generación.
La producción de estos nuevos remedios, como solemos llamar, tiene la singular capacidad de abordar aspectos desde los más delicados y sutiles que están relacionados con lo emocional, mental, para llegar al cuerpo físico.
Son energía pura y por eso ellas actúan sobre nuestro campo electromagnético, restaurando, armonizando e introduciendo nueva información en él.
Hay numerosos estudios que revelan el papel decisivo de factores emocionales, como la depresión, la baja autoestima, el dolor por una pérdida, la cólera, en el desarrollo de determinadas enfermedades, y en nuestro sistema inmunológico.
La aplicación de las esencias florales ha dado buenos resultados, desde casos de stress agudo, trastornos de aprendizaje, alergias, problemas digestivos, tensión corporal, en la recuperación de accidentes cerebro vascular, reumas, migrañas, problemas respiratorios, crisis de pánico, etc.,
Así como en la búsqueda de objetivos profesionales, decisiones que tiene que ver con el estilo de vida, la identidad sexual, la maternidad, o el afrontar una enfermedad terminal o crónica.
El Dr. Edward Bach dijo :
“Todo conocimiento verdadero surge únicamente de nuestro interior, cuando nos ponemos en silenciosa comunicación con nuestra propia Alma"